OPINIÓN | Mario Mora

La búsqueda de nuevos públicos para la clásica no es solo un dolor de cabeza para los músicos y gestores españoles. En inglaterra, donde el business y el consumo lo es todo, especialmente por la falta de apoyo público, necesitan más que nunca que la gente siga yendo a los conciertos. Allí, una sala a medio llenar puede suponer automáticamente números rojos para una orquesta.

Simon Rattle, uno de los directores más importantes y carismáticos, llegó a la dirección de la Orquesta Sinfónica de Londres con este objetivo, acercar la música a nuevos públicos, como uno de sus principales. No han hecho falta varias temporadas para implicarse en ello, y ya se han lanzado iniciativas. La más exitosa, una llamada Half Six Fix. El típico anuncio de “el concierto va a comenzar” allí debe ser algo así como: “encienda su teléfono y abra la aplicación, porque el concierto va a comenzar”.

Y es que el horario de este concierto (6.30 de la tarde) no es lo más llamativo del mismo, sino que la experiencia de escuchar a esta gran orquesta se completa mirando el móvil. Como lo oyes, mirando esa pantalla que tanto indigna generalmente al público de auditorios y teatros.

Una aplicación, Encue, ayuda a leer el programa de mano al tiempo que la obra se va a escuchando. El ritmo del texto lo marca la música, y cuando aparece ese Tema B de aquella sinfonía que pastoralmente canta el oboe, justo en ese momento, en la pantalla del teléfono aparece esa explicación. Un análisis y comentario en directo y para todos, algo que es la primera vez que se realiza en la historia de la música sin distorsionar la audición musical.

Ya, ya sé lo que estáis pensando alguno. Ya pero, ¿y la luz de la pantalla? ¿Y no sonará algún móvil? No, no son tan inconscientes, está todo pensado. La aplicación se encarga de avisarte, y prácticamente obligarte a poner en teléfono en silencio, y la pantalla oscura, con texto claro ajusta su brillo al mínimo para no molestar a nadie.

Un sistema eficaz, no excesivamente caro y propuesto como proyecto piloto en un tipo de concierto fuera de los conciertos de temporada, con una duración menor y un horario distinto. Aún así, ¿cuánto tardaríamos en echarnos las manos a la cabeza escandalizados si esto ocurriese en España?

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