OPINIÓN // Por Mario Mora

Voy a hablar de un tema del que ni he visto, ni he oído, ni he mostrado el mínimo interés por informarme.

Dicen que Portugal ha ganado Eurovisión. Que una actuación que rompía con todos los esquemas se ha impuesto a todas las que buscaban explotar los recursos efectistas de siempre.

Dicen que la canción era realmente bonita, emocionante, y que el tipo que la cantaba es un gran cantante y un gran artista. Y que Italia, la otra favorita, murió de éxito, y supo que no iba a ganar desde el momento en el que comenzó a sonar la música. Al parecer, la de Italia sí que era de esas que estudian los recursos que suelen triunfar en este festival.

Dicen que España ha quedado la última. Que la actuación no dio más de sí, que la música ni fu ni fa, y que el cantante emitió un gallo bochornoso en algún momento de la actuación. Dicen que el candidato Español fue elegido en contra de la opinión pública, con un jurado imparcial, y que gran parte de los eurofans estuvieron en contra del tal Manel.

Dicen que la industria mafiosa de la música comercial se ha metido en el proceso, que el tiro les ha salido por la culata, y que esto refleja cómo funcionan los éxitos musicales que nos venden en nuestro país. Que la gente no está muy apenada por el fracaso de España, pues ni el cantante tenía carisma, ni voz, ni la canción era nada especial, y por lo tanto parece que se veía venir.

Dicen que ha habido muchas reivindicaciones a favor del triunfo de Portugal, una canción que dicen que es tranquila, melodiosa, al estilo de las baladas de los años 50.

Dicen que ha ganado la música. Que se ha impuesto la calidad artística y musical al espectáculo y a los fuegos de artificio. Y que todo el mundo está contento y vuelve a confiar en el criterio musical de la humanidad.

Como estoy hablando de un tema del que ni he visto, ni he oído, ni he mostrado el mínimo interés por informarme, no voy a formular mi opinión de la calidad de las canciones de Eurovisión, ni de lo que es la “buena música”, ni de si estos expertos opinadores han escuchado alguna vez una Sinfonía de Beethoven. Ni si quiera voy a posicionarme en contra de esta música de plástico, porque como he dicho, estoy hablando de un tema del que ni he visto, ni he oído, ni he mostrado el mínimo interés por informarme.

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