OPINIÓN // Por Mario Mora

Serían las 10 menos cuarto de un 7 o un 8 de enero de 2012 cuando bajaba yo precipitadamente hacia el desayuno del Balneario de Cestona, pensando que quizá sería de los primeros ya que aún se oían los rumores de los últimos que llegaron la noche anterior del pueblo de al lado, que apenas estaba a un par de kilómetros.

Sin pensarlo, renuncié a mi desayuno y me encaminé hacia aquella sala de ensayos en la que se encontraban más de 70 músicos con las energías de devorar partituras listos para trabajar durante 7 u 8 horas un repertorio exigente para cualquier orquesta profesional.Según iba bajando aquellas escaleras de piedra anchas, el ruido esperado de tenedores y tostadoras había sido sustituido por el afinar de los instrumentos que casi al 100% de su plantilla estaban listos, 15 minutos antes del ensayo, para comenzar.

Esta es la generación de Jóvenes que no sale en las noticias ni en los periódicos. Esos que superan la excelencia y rallan la perfección, sin apenas haber acabado los estudios. Ellos forman la Joven Orquesta Nacional de España, esa “Selección Española de jóvenes músicos” que, en boca de muchos – no solo mía- es la mejor orquesta de nuestro país.

Esta cantera está formada por músicos que quieren dedicarse a esto: a hacer música, a trabajar con orquestas, a ser parte del patrimonio cultural de nuestro país. Esperemos que España se espabile antes de que otros países nos roben a la generación con más talento que hemos tenido nunca.

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