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OPINIÓN. Mario Mora

Vuelve a ser la misma comunidad. La tierra de la música, de las bandas, de la cultura. Esa que más responsabilidad debe tener a la hora de cuidar el futuro del arte. La Conselleria de las pomposas ideas, de los grandes propósitos… y mayores despropósitos.

En 1998 era el Palau de les Arts. 478 millones de euros cargados de esperanza en ser la referencia internacional de la ópera, hasta que la cubierta de Calatrava empezó a arrugarse y desprenderse, en una metáfora perfecta de lo que pasaría después: desacuerdos entre los grandes directores y los políticos, reducción de presupuesto, y finalmente un ERE que dejó la proyección internacional en otro ridículo local.

En 2007 era el ISEA, el Instituto Superior de Enseñanzas Artísticas de la Comunidad Valenciana. Un organismo a priori genial, necesario y digno de portadas de revistas musicales, hasta que sus directores comenzaron a sucederse, su gestión empezó a empañarse y se convirtió, como se ha leído recientemente en levante-emv.com, en “la república independiente del ISEA, sin contar con la opinión de los docentes ni los alumnos”, funcionando “totalmente a su aire y a sus anchas.”

En 2015 eran las Cátedras. Un movimiento por la estabilidad y el asentamiento de la educación superior, hasta que un gran porcentaje de las plazas se ofertaron sin pruebas prácticas, los docentes pidieron invalidar las oposiciones y los alumnos comenzaron a salir de algunos de los conservatorios en busca de la cordura educativa.

Y en 2018 es… el Conservatorio Superior de Música de Castellón. Ese que comparte edificio con otras varias instituciones, cuyos alumnos ya se han reivindicado en alguna ocasión por la deficiencia de instalaciones. Aunque hoy no podrán quejarse de la falta de instrumental o de la desafinación de los pianos, sencillamente porque se lo han encontrado “cerrado por obras”. Como lo oyes: clases que comenzarán con suerte varias semanas después de lo establecido por la ley por unas obras que se demoraron y que como viene siendo de costumbre, durarán más de lo esperado.

Otro despropósito de la Conselleria que deja a profesores y alumnos en la calle, a Castellón sin música y a la Comunidad Valenciana sin futuro.

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