OPINIÓN // Por Mario Mora
Llevamos apenas 2 años y medio informando de música clásica en El Ático, en este espacio que les ofrece Clásica FM Radio, y ya hemos hablado tres veces de la difícil situación que ataca a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
Una agrupación de referencia que está servida por los acuerdos políticos entre el Gobierno de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla, los cuales deben proporcionar presupuesto suficiente para que la ROSS no solo sobreviva, sino brille en el panorama andaluz, español, y si me apuran, europeo.
Nada más lejos de la realidad. Alcalde y Consejera no solo no se ponen de acuerdo, si no que incluso el primero reclama no haberse podido reunir con la segunda. ¿Rivalidades de partidos políticos contrarios? No. Los dos visten la misma camiseta.
Los músicos vuelven a anunciar reivindicaciones, esta vez volviendo a lucir los lazos verdes esta misma semana en los conciertos de temporada, símbolo que ya ha acompañado otras veces a esta orquesta en estado crítico. Lazos que adelantan la muerte anunciada de una orquesta que, en una de éstas, se nos queda en el sitio.
Me imagino la mirada atónita de Jonh Axelrod, su director, viendo cómo sus propuestas se quedan sin avanzar en la mesa de algún despacho, cómo sus llamadas no son respondidas, o cómo los músicos de su querida orquesta se ven obligados a reivindicar un poco de atención administrativa cada pocos meses. Un director que llegó a bombo y platillo anunciando un proyecto de ilusión del que no sé muy bien cuánta parte habrá podido disfrutar.
Es de esperar que Axelrod un día vaya al despacho del político responsable a decir que se va si no le hacen caso, y es muy posible que le respondan que a la música le dará igual que sea él u otro como él. “Total, si todos tienen una batuta, un brazo para moverla, y otro para hacer algún aspaviento extra… ¿qué más da que se apellide Axelrod, Jirvinski o García.”. Ay, ese letargo crónico de algunos… quien lo pillara…
En fin. Que suerte a la ROSS. Que se merece un respeto institucional que por el momento no está teniendo.
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Estamos dando por hecho la necesidad de la existencia de orquestas públicas, al igual que de conservatorios superiores. Quizá, para un próximo debate, os pregunto: ¿tenemos demasiadas orquestas públicas en España? ¿Debemos fomentar más orquestas sostenibles con proyectos y patrocinio privado para no depender de atención política?