El proceso de ingreso al Cuerpo de Catedráticos de la Comunidad de Madrid ha estado en boca del conjunto de la sociedad musical española. Saber por qué un proceso público de oposiciones, como tantos que hay en nuestro país, ha sido portada de un medio nacional, es más complejo. Pero conocer qué ha pasado exactamente en estas oposiciones leyendo las publicaciones de los medios generalistas es casi imposible. El relato que han hecho los medios de comunicación de este proceso ha sido dantesco, mostradamente parcial, interesado, y quién sabe con qué fin.
Sorprende que El País, quizá el medio con más prestigio e historia de España, haya permitido los titulares con los que se ha relatado la historia del proceso más esperado de la educación musical superior. O al menos, la historia que ellos han querido contar.
- “La Comunidad de Madrid suspende las oposiciones a catedrático de música por discrepancias en el tribunal”. Verdad a medias, ocurrió con uno de los tribunales exclusivamente
- “Actúa un virtuoso y el tribunal se descompone”. Titula una periodista que no estuvo viendo el proceso. Las palabras utilizadas en el titular, “virtuoso”, “descompone”, las podéis valorar vosotros.
- “Polémica en una oposición de música: nota de 1,6 a una pianista tras un examen de “alto nivel”, según los asistentes”.
- “Dirigir en Viena no sirve para ser catedrático en Madrid”.
- “La Comunidad de Madrid favoreció a los músicos de los centros de la capital en la polémica oposición a catedrático”
Éste es el relato de El País sobre las oposiciones a catedrático de la Comunidad de Madrid. Titulares y artículos que han llegado a recibir quejas por parte de todos, incluidos miembros de tribunales que han escrito cartas a la dirección del periódico por su inexactitud y su partidismo.
Tanto estaba en entredicho la escritora de estos artículos, que concluyó hace una semana con su último titular: “El virtuoso de violonchelo mantiene su magia en la conflictiva repetición de las oposiciones de música en Madrid”. La guinda del artículo, una frase para enmarcar: “Muy mal lo tendría que hacer un virtuoso para no coronar unas pruebas casi perfectas”.
No sé si la autora de estos artículos es la promotora de este amarillismo, o la culpa la tenemos los músicos, que vamos a llorar a los medios de comunicación cuando algo no nos gusta. Porque no, dirigir en Viena no es suficiente para ser catedrático, ni siquiera haber tocado en el Carnegie Hall. Hay también que saber enseñar.
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