OPINIÓN // Por Mario Mora
Existen muchos prejuicios instaurados en la sociedad acerca de la música clásica que todos conocemos y que no hace falta recordar. Pero existen algunos prejuicios que incluso están enquistados en la comunidad musical de nuestro país.
A todos se nos dice, o se nos vende que en cualquier país de Europa existe más cultura de la que tenemos en España. Entiéndase esta referencia a “cultura” como una mezcla de actividad musical, cultura, oferta, apreciación musical… Todos tenemos programados en la memoria colectiva que en Alemania hay mucho más nivel musical, que Franciaes un país con mucha más cultura o que en Reino Unido están los mejores artistas del mundo, siempre con una premisa comparativa afirmando que en España estamos muy lejos de todo eso.
Y yo me pregunto: ¿hemos analizado las programaciones de los auditorios de nuestro país? Se acaban de presentar algunas como la de la Orquesta Nacional de España, la de la Orquesta de Castilla y León o la del Teatro Real. Por no hablar de Ibermúsica, el ciclo de Scherzo u otros festivales y ciclos de primera.
¿De verdad no se han fijado? Mírenlos: prácticamente no falta ni un solo nombre. ¿Le gusta un pianista? Búsquelo, lo encontrará en Madrid. ¿Tiene especial deferencia por ese tenor del que tanto hablan? Si no está en Madrid, seguro que lo verá en Barcelona. ¿Directores, solistas, orquestas? Lo que quiera.
Debemos estar orgullosos, pero no debemos quedarnos ahí. Debemos hacer entender que en España tenemos programaciones culturales al nivel de otros países europeos de primera. Debemos quitarnos el complejo de inferioridad que sigue haciendo que menospreciemos lo que tenemos. Y sobre todo, debemos contribuir a que esas salas se llenen y a que se genere una apreciación cultural que tumbe los prejuicios que tanto nos achican.
No podemos negar que todavía tenemos varios talones de Aquiles: el sistema educativo musical, la comunicación de la música clásica, y un sector radical que quiere cerrar las puertas y hacer de este un “club privado”, entre otros. Pero no podemos cerrar los ojos a la potencia cultural y musical de un país que está, con toda seguridad, a la altura de los mejores.