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OPINIÓN – Por Mario Mora
El Parlamento Europeo debate la puesta en marcha de la Ley Integral de Lucha contra la Corrupción y Protección de los Denunciantes, una serie de medidas que persiguen acabar con la corrupción encubierta y las malas prácticas no denunciadas.
El mundo de la música es quizá uno de los más cobardes a la hora de decir las cosas claras. El miedo y la escasez de oportunidades generan la mezcla perfecta para proteger al corrupto de la voz de alarma del trabajador. Pero no pensemos que el corrupto es solo el que aparta billetes a su cajón mientra justifica gastos inexistentes.
Es corrupto el profesor que llega sistemáticamente 45 minutos tarde a clase. Es corrupto el director de un festival que invita a un músico para que se produzca el que podemos comenzar a llamar como “intercambio artístico”. Es corrupto el gerente de una orquesta pública que se salta la bolsa de trabajo para dar atriles, aunque sean esporádicos, a queridos, amigos o conocidos. Es corrupto el director de una academia que despide, verano sí verano también, a todos sus profesores para ahorrarse ese extra del verano.
Corruptos que campan a sus anchas en favor de sus intereses pero en contra de la música, de la cultura y de la sociedad. Corruptos que hacen que la música no esté más arriba; corruptos a los que les importa tres pimientos la belleza de la música o el valor del arte.
Si la Ley va adelante, los subordinados podrían ser protegidos, el miedo a contar la verdad eliminado, los secretos contados y la música, salvaguardada.
Corruptos: podéis ir haciendo las maletas. Marchaos lejos y dejad que la música vuelva a florecer.