OPINIÓN // Por Mario Mora

Ya he escuchado en más de una ocasión a un locutor de radio deportiva (Ángel García, COPE) apelar a la “falta de cultura deportiva” para referirse a la falta de atención y conocimiento de otros deportes – véase patinaje artístico, vela o atletismo; con respecto a los gigantes mediáticos: fútbol, fútbol y fútbol. Este periodista se queja indignado de la falta de cultura deportiva que hay en España y de lo necesario que es divulgar esa cultura para que estos deportes tengan mayor atención, seguimiento, y por ello sean más sostenibles.

Es cierto que la palabra cultura en esa expresión está bien utilizada, pues según la segunda acepción de la rae, cultura es el “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Por lo tanto, este locutor está demandando más conocimiento popular para conocer, opinar y por consiguiente seguir estos deportes más minoritarios.

Está claro que la atención al fútbol es indescriptible, y a veces, incomprensible. Y lo dice uno que estuvo gritando los goles del Madrid el pasado miércoles ante el PSG. ¿Pero de verdad nos están diciendo que en España el tipo de cultura que falta es el de cultura deportiva?

Para empezar, existe un Real Decreto (971/2007) dedicado exclusivamente a los deportistas de alto nivel y alto rendimiento. Un deportista de alto nivel tiene acceso directo a becas, tiene plazas reservadas en múltiples grados educativos (incluido, por cierto, un 5% en las enseñanzas superiores artísticas), tiene un apoyo por ley para su incorporación y permanencia en el mercado laboral, tiene acceso directo a la Seguridad Social, tienen beneficios fiscales (Ley 35/2006), y tiene un servicio especial de apoyo creado por el Consejo Superior de Deportes para atender, apoyar y asesorar a los deportistas de alto nivel.

Un músico de alto nivel, con una dedicación en hora de ensayos (=entrenamiento) similar, tiene la espalda de un gobierno a la concesión de un título universitario, tiene un marco de estudios que no acaba de encajarse en ningún lado, tiene el rechazo de una sociedad que le pregunta “¿y a qué más te dedicas?”, tiene problemas para la obtención de becas y programas universitarios, tiene la dificultad de un campo laboral escaso y saturado, tiene la desinformación de su futuro profesional, tiene las desventajas del régimen de autónomo sean cuales sean sus ingresos, y por supuesto, no tiene ningún Consejo Superior que le atienda, apoye o asesore en nada.

¿Falta de cultura deportiva? Falta de cultura general.

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